La UNESCO define la inclusión educativa como el proceso de identificar y responder las diversas necesidades que cualquier estudiante pueda tener, poniendo en escena a la mayor parte de agentes educativos comprometidos en ofrecer una educación de calidad para todos. Por ello, busca reflexionar sobre cómo transformar los sistemas educativos a fin de que respondan a las distintas propuestas de aprendizaje y/o desarrollo.
En el Perú, desde el año 2005, se celebra el 16 de Octubre el día de la inclusión educativa, fecha en la que las escuelas buscan crear espacios de sensibilización en la comunidad educativa para favorecer en el proceso de enseñanza-aprendizaje y en la interacción social de los alumnos con alguna condición o discapacidad.
Hablar de una escuela inclusiva en el Perú es referirse a aquella escuela que, desde el punto de vista pedagógico, responda a las necesidades educativas de todos sus estudiantes teniendo como base la igualdad de oportunidades educativas de todos los miembros de una sociedad independientemente de sus condiciones económicas, sociales, culturales, discapacidad intelectual o física (Minedu, 2008).
Los trastornos del neurodesarrollo y la inclusión educativa
Los trastornos del neurodesarrollo, son diferentes condiciones producidas por una alteración o un retraso en el desarrollo esperable propio de una edad. En este grupo, tenemos los Trastornos de la comunicación, Trastorno del espectro autista (TEA), Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), Trastorno específico de aprendizaje, Trastornos motores y Discapacidad intelectual. Algunas de estas condiciones son más visibles, y reconocidas por la comunidad educativa, para brindar apoyos sobre las cuales se ha sensibilizado mejor a la población y por lo tanto, podrían recibir mayores apoyos para su inserción académica. Entre estas tenemos la Discapacidad Intelectual donde sus principales adaptaciones se realizan a nivel curricular; y en el caso de los alumnos con TEA, los apoyos estarían dados, principalmente, en la comunicación (uso de sistemas aumentativos y alternativos de comunicación), desarrollo de la interacción y comprensión de normas sociales.
Por otro lado, tenemos otros trastornos que son menos visibles, como es el caso de los trastornos de lenguaje, pues llaman la atención y son detectados cuando la expresión del niño limita su comunicación con los demás, pero cuando muestra dificultades menos notorias pasan desapercibidas por lo que se apertura una brecha entre las exigencias del colegio y el nivel de desarrollo del niño; así mismo, en los trastornos del aprendizaje aún se piensa que es un problema en la falta de constancia académica dejando más actividades para el niño con estas dificultades; y en el caso de los en los TDAH se confunden sus dificultades con desinterés y problemas de conducta. Si bien en nuestro sistema educativo ya existe un decreto supremo reconociendo la atención a la diversidad del estudiante (Ley Nº 28044, ley general de inclusión), aún es una tarea pendiente de los gobiernos la ejecución de dicha ley.
Más allá de la condición que pueda tener cada niño y los apoyos que se les desee dar, Borregon y Giménez (2017), proponen algunas generalidades a tener en cuenta frente a la inclusión:
● Medidas que contemplen los intereses de cada estudiante.
● Medidas que favorezcan el desarrollo de la autonomía e independencia con acceso y ajustes en las infraestructuras de las propias instituciones.
● Medidas que contemplen personal de apoyo capacitado y sensibilizado con la inclusión educativa.
● Medidas que contemplen las adaptaciones de materiales, según sea el caso, así como el uso de nuevas tecnologías (TICS).
● Medidas que consideren la adaptación de los tiempos de cara a la evaluación, tareas y exámenes.
Finalmente, si bien en el país se están haciendo mayores esfuerzos para atender a todos los niños, todavía hay un camino que recorrer, en el que deben unir esfuerzos las familias y los profesionales que trabajen con estas poblaciones.