La lectura, llave al mundo de la información
Los estudios más recientes evidencian que la lectura adquiere un significado cada vez mayor en la calidad de vida de las personas y, por ende, en el desarrollo de las sociedades. Como coinciden múltiples autores, el objetivo de la lectura no es solo la decodificación de grafías, sino la comprensión de la información; y para lograrlo, interviene una serie de habilidades cognitivas y lingüísticas.
En el ámbito de la investigación, la lectura ha despertado un gran interés en diversas disciplinas. En el caso de la psicología científica, el pionero Edmund Huey (1908) afirmaba que entender lo que ocurre cuando se lee sería uno de los mayores hallazgos para los psicólogos, comparable con describir una de las actividades más complejas de la mente humana. De manera similar, Sylvia Defior (2015) señala que leer representa una de las actividades más excepcionales que ha desarrollado la civilización. En esta misma línea, los estudios desde las perspectivas biológica, cognitiva y conductual han ido en aumento, todos con el fin de alcanzar el mismo objetivo: la comprensión lectora. Sin embargo, cuando distintas personas se enfrentan a un texto, su nivel de comprensión puede variar considerablemente.
Investigaciones como las de Cuetos, Soriano y Rello (2019) señalan que la lectura de textos requiere el correcto funcionamiento de múltiples procesos. Entre ellos, destacan los procesos de bajo nivel, como la transformación de letras en sonidos y el reconocimiento de palabras; y los de alto nivel, como la comprensión de oraciones y la integración de la información a lo largo del texto. A partir de ello, se han desarrollado diversos modelos de comprensión lectora, los cuales han permitido identificar qué habilidades intervienen y cómo se interrelacionan para influir en la comprensión del texto.
Uno de estos es el modelo de la visión simple de la lectura (Gough y Tunmer, 1986), que plantea que la comprensión lectora es el resultado de dos habilidades básicas: la decodificación y la comprensión del lenguaje. La primera se refiere a la capacidad de reconocer palabras escritas de forma precisa y fluida; la segunda, a la habilidad de comprender el lenguaje oral. Este modelo advierte que ambas son necesarias y que una deficiencia en cualquiera de ellas afecta negativamente la comprensión.
Otro modelo relevante es el de la doble cuerda (Scarborough, 2001), compuesto por dos componentes metafóricamente entrelazados como las hebras de una cuerda: la decodificación y la comprensión del lenguaje. En este modelo, la decodificación incluye el reconocimiento de palabras, la conciencia fonológica y la capacidad de decodificar; mientras que la comprensión del lenguaje comprende los conocimientos previos, el vocabulario, las estructuras sintácticas, el razonamiento verbal y el conocimiento del texto.
El conocimiento de estos modelos resulta fundamental en el ámbito educativo, ya que permite implementar programas de enseñanza de la lectura centrados en el desarrollo de habilidades específicas, así como identificar las causas de las dificultades lectoras que presentan algunos estudiantes.
Según Pérez (2005), la comprensión lectora consiste en un conjunto de procesos involucrados en la formación, elaboración e integración del conocimiento. En este sentido, los procesos inferenciales desempeñan un papel fundamental, ya que permiten al lector vincular el contenido del texto con sus conocimientos y experiencias previas. La comprensión se vuelve más eficaz cuando el lector interactúa activamente con el texto y aprovecha las pistas ofrecidas por el autor para construir su significado.Por ello, es importante que los estudiantes desarrollen actividades que favorezcan la comprensión, como:
- Activar conocimientos previos a partir del título.
- Leer una primera vez reconociendo palabras desconocidas.
- Leer nuevamente incorporando el significado de dichas palabras.
- Aplicar la técnica del subrayado.
- Identificar la idea principal de cada párrafo.
- Determinar el subtema de cada sección.
- Elaborar un organizador gráfico que reúna la información.
- Redactar un resumen empleando conectores discursivos.
Si bien es necesario que los estudiantes conozcan estrategias para acceder a la información, también es fundamental que los docentes cuenten con instrumentos que les permitan evaluar la comprensión. Una herramienta útil es la clasificación de inferencias, propuesta por Ripoll (2015), la cual incluye:
- Inferencias referenciales (¿A quién se refiere cuando…?)
- Causales (¿Qué relación hay entre… y …?)
- Predictivas (¿Qué se puede anticipar sabiendo que…?)
- Elaborativas (¿Qué más se puede decir sobre esto?)
- Globales (¿Qué pretende comunicar el autor?)
Estas categorías permiten distinguir la información relevante de la complementaria y acceder a los significados implícitos del texto.
En el caso de Perú, los resultados de la población escolar son preocupantes. En la prueba PISA 2022, el país obtuvo un puntaje de 408 en el área de lectura, ocupando el puesto 42 entre 80 países participantes. La evaluación reveló una brecha significativa entre estudiantes rurales y urbanos: los estudiantes urbanos alcanzaron un promedio de 405 puntos, mientras que los rurales lograron solo 347. Esta diferencia de 58 puntos equivale aproximadamente a un año de escolaridad, reflejando desigualdades en el acceso a materiales de lectura, calidad de enseñanza y nivel educativo de los padres. Todo ello representa una gran desventaja, considerando que la educación es el motor del desarrollo y la lectura constituye su base esencial.
Todo lo investigado, que aún requiere mayor exploración, es de vital importancia, ya que todo niño o niña que acceda a la escolaridad tiene derecho a recibir las mismas oportunidades para aprender a leer y escribir. La lectura, como se ha señalado, es el medio fundamental para acceder a la información, la cual está presente de forma transversal en todas las asignaturas a lo largo de la vida académica.