Hace más de un año que nuestras vidas cambiaron, nos quedamos en casa y tuvimos que aprender a realizar nuevas actividades dentro de ella. Cambiar nuestra rutina nos costó mucho desde la convivencia, el trabajo, y los nuevos protocolos de sanidad como el uso perenne de mascarillas. Por ello, suelen surgir las siguientes preguntas ¿Cuánto más habrá costado este cambio a nuestros niños con un trastorno del espectro autista?, ¿lograron adaptarse? Y, actualmente, con la flexibilidad de algunos protocolos, ¿se les estará haciendo fácil retornar a sus rutinas pasadas? O tal vez ¿a rutinas nuevas?
Al hablar de rutinas nos referimos a la adquisición de experiencias cuando se expone al niño a diversas situaciones, lugares, personas o sensaciones, por
ejemplo, guardar sus juguetes e ir a comer, levantarse temprano para ir a la escuela, cambiarse e ir a la clase de natación, etc. En nuestros niños con TEA,
algunos fueron expuestos a estas vivencias antes de iniciarse la pandemia, pero también hubo niños que no lo experimentaron debido a su corta edad y que en la actualidad se ven expuestos progresivamente a todo ello.
Además, durante el periodo de confinamiento estricto, nuestros niños pudieron incrementar sus temores, ansiedad, frustraciones, así como las conductas sin
meta y algunas desafiantes; a pesar de ello, con mucho apoyo de la familia y en algunos casos, con acompañamiento terapéutico a distancia, esto pudo regularse. Muchos niños lograron percibir su hogar como su nuevo lugar de tiempo completo y crear rutinas, horarios, actividades funcionales y de ocio.
Al día de hoy, en nuestro país las medidas sanitarias se están flexibilizando más y se puede disfrutar de actividades como ir al parque, visitar a algunos familiares, ir a centros comerciales o a la playa, entre otros. Esto hace que nuestros pequeños retomen rutinas o generen nuevas, además de volver a tener contacto con otras personas adultas y pares, así como percibir nuevos o anteriores estímulos sensoriales después de mucho tiempo. Habrá niños que lograrán adaptarse de una manera más flexible, pero otros posiblemente se tomen más tiempo en este proceso.
Con todo lo mencionado nos cuestionamos ¿cómo le explico a mi niño(a) que saldremos de casa?, ¿cómo le explico que debe quedarse con la mascarilla puesta? Es importante resaltar que cada persona es diferente, por ello hay que respetar sus emociones, ser empáticos, comprenderlos y buscar estrategias y/o apoyos amigables para que sea más llevadera la adaptación que, definitivamente, no se dará de un momento a otro.
Cuando se habla de estrategias y apoyos amigables nos referimos a una serie de acciones que ayudarán a los niños a comprender, a anticiparse y darle sentido a la actividad que queremos que realicen. Los pictogramas o apoyos visuales son de gran ayuda. Se trata de imágenes, fotos o dibujos de los lugares, objetos o acciones que el niño deberá realizar; con estas imágenes se pueden crear rutinas visuales, que ubicarán al niño en la actividad, por ejemplo, incluir la imagen del parque en su agenda visual diaria para que sepa que ese día saldrá. Cuando llegue el momento de salir, presentar la imagen del uso de la mascarilla y tal vez la imagen de la acción esperada, como caminar, jugar en los columpios o con la pelota. Estas imágenes deben ser llevadas durante el paseo para volver a usarlas si es necesario, el retorno a casa debe ser anticipado de la misma manera, con una imagen de la casa. Cabe resaltar que al presentar cada imagen estas deben ser señaladas ya sea por el adulto o el mismo niño, acompañadas de una pequeña frase como “vamos a ir al parque”, “vamos a jugar con la pelota”, además colocarlas a la altura de la vista para asegurarnos que el niño está observándolas.
En algunos casos la anticipación visual no es suficiente y es preferible acercarlos paso a paso a las experiencias por aproximaciones. Primero, es necesario familiarizar al niño con el lugar o la situación que va a enfrentar, esto se puede hacer a través de imágenes, videos, fotos y juegos, una vez que se perciba que el niño muestra interés, se puede dar el siguiente paso y acercarlo un poco más al parque, siguiendo con el ejemplo anterior. Aquí podemos realizar otras
aproximaciones como abrir la puerta y ver la calle, avanzar algunas cuadras y para brindarle mayor seguridad que se acompañe de su juguete favorito.
Estas estrategias mencionadas se pueden usar en otros contextos como visitar a la familia, ir a un lugar público con mayores estímulos, integración con sus pares, visita al pediatra u odontólogo, entre otros.
Otro punto importante es la generalización, es decir, se espera que el niño proyecte las capacidades aprendidas en contextos nuevos y con diferentes
personas, por ejemplo, seguir instrucciones básicas a más de uno, poder compartir o esperar turnos con otros pares, que aparezca un saludo o despedida de manera espontánea, realizar solicitudes a otros miembros de la familia. Estas se irán dando según las características y habilidades de cada niño.
Es importante recalcar que el cuidador será el encargado de propiciar estos espacios donde el niño ponga en práctica las habilidades adquiridas o está en proceso de adquirir, con otras personas y en otros contextos, tomando en cuenta siempre las estrategias mencionadas anteriormente y los tiempos de cada niño.