Si eres un joven que está culminando el colegio o cursas el primer año de tus estudios superiores, muchas veces te habrá llamado la atención tus bajos niveles de desatención, estrés o quizá tu aparente falta de preocupación frente a lo que académicamente tienes que estudiar y/o leer.
A veces estudias y sin embargo cuando ves los resultados te sientes desanimado porque no logras conseguir las metas que te has propuesto; otras veces, has llegado a pensar que mejor es cambiar de carrera, porque lo que estás estudiando “no va contigo” o te preguntas si: ¿no necesitarás aprender técnicas, hábitos y habilidades para aprender?
Para obtener éxito académico es importante que tomes en cuenta el tiempo que le dedicas al estudio y el ritmo que le imprimes a tu trabajo, ello significa que debes adquirir hábitos de estudio, los cuales son el “mejor y más potente predictor del éxito académico” (Gabinete Psicopedagógico - Universidad de Granada, 2001).
Efectivamente, los hábitos son conductas aprendidas por repetición, que pueden ser buenos o malos. Cuando los hábitos se adquieren de forma adecuada y estos se convierten en automáticos (Velásquez, 1961) te permiten saber dónde y cómo obtener la información importante y tener la capacidad de hacer uso estratégico de las mismas. El ser estratégicos y contar con una buena organización del tiempo que dedicamos a los estudios, a disfrutar del tiempo libre, al deporte, etc., potenciarán y facilitarán la habilidad para aprender.
Así como cuando aprendiste un deporte, a montar bicicleta (practicando día a día), también los hábitos y estrategias de estudio se deben entrenar. En un primer momento se irán adquiriendo y cuando ya estén listos se utilizarán de manera espontánea. Si bien en un primer periodo es una práctica rutinaria, el haberse apropiado de esta habilidad y utilizarla de manera estratégica según tus necesidades académicas te hace ser un estudiante exitoso y por ende apropiarte de todo un arte.
“Buenas estrategias, buenos estudiantes”.