Novedades

Unidad de Habla

Problemas de alimentación, una mirada desde la Motricidad Orofacial

El objetivo de este artículo, es abordar los temas de alimentación desde la mirada de la Motricidad Orofacial, disciplina que tiene su base en el desarrollo de las estructuras orofaciales (los labios, las mejillas, la lengua, los dientes y la musculatura orofacial) además de las diferentes funciones del Sistema Estomatognático (respiración, succión, deglución, masticación y el habla).

Autor: Catherine Fournier, Esp. de la Unidad de Habla

El objetivo de este artículo, es abordar los temas de alimentación desde la mirada de la Motricidad Orofacial, disciplina que tiene su base en el desarrollo de las estructuras orofaciales (los labios, las mejillas, la lengua, los dientes y la musculatura orofacial) además de las diferentes funciones del Sistema Estomatognático (respiración, succión, deglución, masticación y el habla).

Desde la primera infancia, los bebés presentan necesidades energéticas y nutricionales que van a potenciar su desarrollo. El proceso de amamantamiento o lactancia materna, es un proceso vital, porque permite el crecimiento craneofacial y da estabilidad a la musculatura intrínseca de la lengua (1). Alimentarse es un proceso complejo y a su vez, requiere de una adecuada sincronía de los movimientos mandibulares, por ende, la participación de los músculos de la masticación y deglución se limitan a las necesidades alimentarias de cada ser humano.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la  Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) desde el 2010 promueven una alimentación sana y adecuada para la población mundial (2), donde resaltan la importancia de la intervención que realizan los profesionales en pro de la alimentación, considerando los aspectos clínicos, conductas alimentarias y la regulación de los procesos.

G. Shepherd, 2012 explica que la masticación y la absorción de los alimentos deben ser analizadas desde el transporte de los olores hasta las células sensoriales mediante la inspiración y espiración. Con ello, nos reafirma que todo pasa por el cerebro, quien comanda todas las estructuras orofaciales y hace el mapeo correspondiente para que confluyan la acción de masticar y deglutir. Cabe resaltar que el “oler” se convierte en un reconocimiento instantáneo que no requiere de la elaboración del pensamiento, sino reacciona por acción del hipocampo, estructura que está vinculada con la memoria. Los receptores olfatorios que encuentran por compensación su centro de acción en el prosencéfalo, se ven influenciados por las modificaciones en la postura que se adopta al comer. Si consideramos que un individuo tiene dificultades respiratorias, este proceso no se daría, dado que sentiría pérdida de oxígeno para ejecutar el proceso de masticación. La participación de los receptores de la visión dan cuenta de la dimensión en color, forma y tamaño del alimento, y a su vez el sistema auditivo, da una referencia sonora que puede alcanzar dimensiones significativas para completar la idea de los sonidos que se producen al comer, determinando si algo es crujiente o no. De esta manera, se debe considerar que para alimentarse se requieren de una adecuada recepción de todos los canales sensoriales para optimizar los patrones motrices orofaciales.

La coordinación y movilización de los labios, dientes, lengua y mejillas para la formación del bolo alimenticio puede verse afectada por limitaciones funcionales u orgánicas que pudieran afectar el desarrollo de estas estructuras orofaciales, más aún si se presentan casos de déficit neuromotor o neurológico. Asimismo, se deben tomar en cuenta los diagnósticos de prematuridad, casos de reflujo gastroesofágico, déficits de crecimiento, Síndrome de Down, parálisis cerebral, fibrosis quística, dolencias mitocondriales e incluso, trastornos del espectro autista (5).

Los cuidadores, sean padres, abuelos, tíos o nanas, suelen estar muy preocupados cuando el pequeño/a de la casa no come, o cuando todo lo que come termina en náuseas y/o vómitos, experiencias que se convierten en desagradables momentos en lugar de ser un deleite al paladar. Enseñarle a masticar es el primer paso para descubrir cómo actúan los dientes, labios, lengua y mejillas. Probablemente, la actitud del cuidador sea la primera entrada para generar experiencias nuevas y agradables, así como el lenguaje juega un rol sumamente importante para establecer un adecuado proceso de asimilación de la alimentación.

Finalmente, muchos padres están utilizando el método Baby-led Weaning (BLW) o método de alimentación complementaria guiada por el bebé (6), donde progresivamente se van incorporando alimentos a través del seguimiento del proceso de desarrollo de cada pequeño con la aparición de los dientes. Todo lo cual se realiza sin forzarlo a comer y observando si hay presencia de alergias cuando se introducen nuevos alimentos, así como, episodios de estreñimiento.

 

Consideraciones finales:

La Motricidad Orofacial ofrece un importante rol para orientar y abordar los procesos de masticación y deglución. Algunas consideraciones que podrían sugerir el ingreso a una terapia de Motricidad Orofacial son:

  • Dificultades en la succión y deglución (atoros constantes, gases, tos y aspiraciones).
  • Presencia de atoros constantes, vómitos y pérdida de peso (ello debe ser consultado también con el médico  Pediatra, Gastroenterólogo o  Nutricionista).
  • Presencia de alguna condición neurológica o déficit motor, lo cual podría llevar a dificultades para aprender a masticar.
  • Dificultades en aceptar consistencias y/o texturas.
  • Dificultades en la formación del bolo alimenticio por falta de tono, sensibilidad y fuerza.
  • Dificultades en la respiración y la postura corporal.

Compartir información